La incidencia del

 

entorno primario

 

en el desarrollo

de las capacidades 

 

 

 

 Un niño que tiene con el adulto significante una relación, un vínculo satisfactorio, profundo, que le aporta seguridad y confianza en sí mismo, está mejor preparado para abrirse al mundo. Esto le permitirá, explorar, experimentar y finalmente conocer su entorno. Para iniciar este proceso de conocimiento debe lograr tener aproximación y apropiación de los objetos de su mundo próximo e intentar relacionarse con estos, de la mejor manera. En una primer instancia será lo que esté a su alcance, partiendo de la exploración de su propio cuerpo, manos, pies, etc. y los que el adulto le acerque. En un segundo momento y simultáneamente al comienzo de los desplazamientos, el bebé incursionará en su medio comenzando paulatinamente a alejarse y acercarse del adulto que lo sostiene afectivamente, entrando en una fase de autonomía, siendo el adulto el que le permita o no, sentirse competente, "capaz de". Es en este interjuego de ir y venir donde el reaseguramiento que le proporciona el adulto significante hará posible que el niño vaya construyendo su autonomía o por el contrario su dependencia.

Bowlby diferencia tres tipos de apego, el seguro, el angustiado ambivalente y el angustiado evitante. Según cual sea el que se instale en la relación determinará el tipo de incursión que el niño podrá tener en el mundo.

Es a partir de experiencias gratificantes que se edifica y sostiene una autoestima fuerte y saludable y estas están basadas en la sensación y percepción de que él puede y en esto está comprometida la actitud del adulto. Este adulto que acompaña debe establecer un vinculo de apego que se prolongue en una mirada afectiva de sostén, propiciando la exploración y la actividad autónoma, valorando los logros sin la necesidad de ser el que hace hacer.

Siguiendo el lineamiento de la Dra. Pikler* el vinculo de apego y el desarrollo motor autónomo, son decisivos a la hora de sentar las bases para futuras intervenciones. Teniendo presente que el desarrollo de la motricidad global es coherente con la concepción de que el niño a través del movimiento expresa su particular manera de ser y estar en el mundo, que Bernard Aucouturier denominó "expresividad motriz".

 

 

La Dra. Pikler llevó a la práctica la consideración que como pediatra había observado y que luego de investigar comprobó a través de 40 años de práctica en el Instituto Lóczy, que los niños tienen la capacidad innata para desarrollarse motrizmente de manera autónoma. Consecuentemente con ello a través de una profunda indagación ratificó que no había sustento teórico ni de investigación, para considerar que necesitan de los mayores para llegar a posiciones como sentado y parado como tampoco para acceder a la marcha segura. Desde ya todos los niños que adquieren la marcha una vez lograda tal adquisición, estarán equiparados aparentemente. Y digo aparentemente pues los pasos previos que le permitieron llegar a esta serán muy diferentes a los que lo hicieron a partir de un adulto que lo sentó, lo paró y lo llevó de sus manos para que diera sus primeros pasos, a aquel que lo hizo a partir de experimentar sus propias posibilidades en cada momento de su desarrollo, a su tiempo y en la medida de sus motivaciones, ejecutando para ello un abanico de posiciones intermedias que le aportarán un conocimiento profundo y acertado de sus capacidades motrices, como también la correcta coordinación, la maleabilidad y la armonía de sus movimientos junto con un equilibrio y finura de sus gestos producto de la elaboración, ejercitación y apropiación paulatina de sus logros.  

El adulto está  desde una actitud,  que favorece,  que posibilita, desde las condiciones ambientales y emocionales para que en un ámbito sin peligros y con objetos acordes a la edad de los niños se vea facilitado el desarrollo no sólo de la motricidad global sino también el desarrollo de la estructura psíquica. La conformación de un YO fuerte comienza a partir de la percepción de que sus incursiones en el mundo son satisfactorias, que le aportan lo que él necesita a partir de las respuestas de los que lo rodean. Creando un sentimiento de competencia. Freud sostenía que el Yo del bebé es en primera instancia un Yo corporal, todo pasa por sus sensaciones propioceptivas, interoceptivas es y se expresa a través de su cuerpo.  

 

 

El modo en que el adulto que sostiene significa sus demandas, necesidades, expresiones y sus actitudes será lo que el niño internalice como positivas o no, efectivas o no, importantes o no, esto implica a un niño en formación interactuando con un adulto.

 

 

Por ejemplo, un niño pequeño que aún no se sienta "por sí solo"(me refiero a que no llegó a esta posición a través de la experimentación de todas las posturas intermedias) es sentado por los adultos y sostenido por almohadones. Los objetos de su interés están próximos a él y puede tomarlos y manipularlos, todo está aparentemente bien. De pronto uno de estos objetos sale de su campo de acción y el niño al tratar de alcanzarlo se cae o al sentir que no puede hacerlo comienza a llorar. El adulto se acerca y en el mejor de los casos le acerca el juguete pero es probable también, que piense que el bebé se cansó de jugar y lo lleve a realizar otra actividad. En ambas situaciones el adulto decidió por el niño, debido a la imposibilidad de este de continuar con su accionar ya que no es autónomo en sus posturas. Cuál es el impacto de esta intervención en la constitución interna de este niño? Seguramente siente que depende absolutamente de este adulto y a la vez no está siendo comprendido por él por lo tanto el canal de diálogo que ya existe y que se está complejizando se ve obstaculizado. La comunicación se entorpece, el camino a la comprensión se hace dificultosa. En una primer etapa, donde el lenguaje corporal es lo predominante paradójicamente el cuerpo está siendo limitado en sus expresiones.

Pero que sucedería si este bebé, que estuvo en el piso el suficiente tiempo que él necesitó, construyó, vivenció posiciones intermedias, que le permiten seguir al objeto de variadas maneras como por ejemplo reptando, rolando, girando sobre su eje? Pues de ser así este bebé continuaría la actividad que estaba desarrollando con el objeto hasta que él la diera por finalizada por que otro es su interés, ya sea otro objeto o bien porque una necesidad fisiológica lo invade y es prioritario satisfacerla. De esto se desprende que esta urgencia del adulto por sentar o parar a los bebés está más relacionada con sus ansiedades y el desconocimiento del desarrollo motor de los niños. El cual es determinado por cada niño de acuerdo a sus tiempos internos y por supuesto a la posibilidad de que el mayor lo deje intentarlo.

Si le hacemos sentir que es incompetente pues lo será, pero si valoramos cada pequeña cosa que logra lo haremos sentir seguro y eficaz en sus acciones y esto le aportará el beneficio invalorable de construir una autoestima capaz de sostenerlo frente al mundo. Estas primeras experiencias positivas o negativas que han dejado su marca se reactualizan ante cada aprendizaje, es así que según la matriz con la que cuente será la forma en que se apropie de lo nuevo. Si ante cada situación de conocimiento hubo un adulto que fue sostén desde el afecto, con la mirada y le proporcionó seguridad permitiéndole explorar y conocer.

 

Las sensaciones que despierta el entorno que sostiene, a nivel corporal como psíquico, dejarán su marca en el proceso de conocimiento. Las emociones provocadas a través de un adulto, que no puede contener o que no puede esperar pero hace esperar demasiado, del que privilegia su ritmo social sin tener en cuenta tiempos y silencios del bebé, del que significa desde la propia necesidad y no de la real del niño, repercutirán en un futuro en la calidad de las conductas que el niño irá organizando y manifestando.

 

Durante los tres primeros años de vida, estas primeras experiencias quedarán registradas a nivel de impresiones arcaicas en la estructura psíquica del individuo y lo acompañarán a lo largo de su vida de relación y le darán forma a sucesivas interrelaciones. De estas primeras impresiones y de sus resultados en cuanto al grado de satisfacción o frustración como a la manera en que se desarrollaron se instalarán y determinarán las siguientes, siendo las matrices de aprendizaje, los moldes donde se apoyarán las futuras apropiaciones de la realidad. Como dice la Dra. Myrtha Chokler "los modelos de aprender a aprender".

 

 

 

 Un niño avasallado que no es respetado en sus tiempos de desarrollo, estará mas expuesto y será mas vulnerable a los cambios y exigencias del medio. Sus raíces, las bases a las que recurre para encontrar herramientas que lo ayuden a adaptarse serán endebles y susceptibles de desorganización. Esto le resultará un factor de desventaja y desarticulación que le impedirá tener un desarrollo pleno de sus capacidades innatas y adquiridas en el momento que deba ponerlas a prueba.

Un entorno primario atento y sensible a las inquietudes de los chicos y dispuesto ha favorecer el despliegue y fortalecimiento de sus capacidades, redundará en un buen estado de salud psíco-física de cada niño. Donde los resultados a nivel social estarán a la vista a partir de la manifestación de un orden interno que se expresará en el accionar de cada niño a través de actitudes calmadas y de previa elaboración que posibilitarán el intercambio de opiniones. En un contexto de tranquilidad podrán resolver situaciones elaborando estrategias de acción y facilitando el acceso a hipótesis que llevarán a la creación de propuestas de acuerdo a cada situación. Logrando el mayor beneficio al permitir el desarrollo de las capacidades individuales en favor del bien común.

El futuro está en manos de nuestros niños pero las herramientas con las que contarán para desenvolverse, dependerán de nosotros.

 

AUTORA:
Prof. Alejandra De Renzis Peña
Especialista en Atención Temprana del Desarrollo Infantil

 

Bibliografía:

Dra. Emmi Pikler. Moverse en Libertad.

Dra. Myrtha Chokler. Los Organizadores del Desarrollo Psicomotor.

Judit Falk. Mirar al Niño.

Bowlby. La Teoría del Apego.

Winnicott. La Familia y el desarrollo del Infante.

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